La contraportada
Una
sofisticada familia norteamericana, los Otis, compra el añejo castillo inglés
de los Canterville. El anciano dueño les habla entonces de que en la mansión
habita desde tiempos inmemoriales el colérico fantasma de Lord Simón
Canterville, que mató a su esposa y cuyo cuerpo desapareció después
misteriosamente. Lejos de amedrentarse, los inquilinos compran el castillo con
fantasma incluido, y acaban sometiendo al pobre espectro anacrónico, que acaba
siendo juguete y víctima de los dos niños terribles de la familia. Tal vez sea
El fantasma de Canterville la novela más conocida y celebrada de Wilde, que ha pasado
por méritos propios a la lista de obras inolvidables y fundamentales de la
literatura universal.
Mi opinión
Oscar
Wilde se ha convertido en los últimos años en uno de mis autores clásicos favoritos
en esta ocasión vuelvo a recurrir a su obra gracias a uno de los tantos retos a
los que me apunto. Así fue como comprobé que entre los libros que tenía pendientes
estaba este famoso fantasma que hasta hoy no había leído.
Hiram B. Otis
de origen estadounidense compra el
castillo de Canterville a Lord Canterville que en el momento de la venta le
advierte que además de los muebles y el ama de llaves el edificio incluye un fantasma que lleva atormentando durante
trescientos años a todo aquel que osa habitarlo. Al señor Otis esta circunstancia no le preocupa en absoluto y se
traslada lo antes posible con toda su familia. Desde el primer momento el fantasma intenta asustar a los nuevos
inquilinos con todo tipo de actuaciones pero para su sorpresa sin éxito alguno.
De
este espiritual protagonista, que da más pena que miedo y al que el autor describe
como si fuera un ser humano, conoceremos desde su aspecto físico o sus ropas
hasta sus sentimientos también nos contará como eran los curiosos y variados
tormentos que infringió durante siglos a los sufridos inquilinos del castillo.
Mediante
el pulso que mantienen el fantasma y los nuevos habitantes del castillo Wilde
pone en evidencia a americanos e ingleses, a los primeros por ser excesivamente
modernos y a los segundos por ser demasiado antiguos, todo como no podía ser de
otra forma con su habitual ironía y sentido del humor.
Uno
de los grandes clásicos del polifacético autor irlandés donde muestra su talento
en esta ocasión para el cuento y que sin duda os recomiendo leer. Un saludo y
buenas lecturas.
El autor
Oscar Fingal O'Flahertie Wills
Wilde (Dublín, Irlanda,
entonces perteneciente al Reino Unido, 16
de octubre de 1854 - París, Francia, 30 de noviembre de 1900) fue un
escritor, poeta y dramaturgo irlandés.
Wilde
es considerado uno de los dramaturgos más destacados del Londres victoriano
tardío; además, fue una celebridad de la época debido a su gran y aguzado
ingenio. Hoy en día, es recordado por sus epigramas, sus obras de teatro y la
tragedia de su encarcelamiento, seguida de su temprana muerte.
Hijo
de exitosos intelectuales de Dublín, mostró su inteligencia desde edad temprana
al adquirir fluidez en el francés y el alemán. En Oxford estudió en el curso de
clásicos dio pruebas de ser un prominente clasicista, primero en Dublín y luego
en Oxford guiado por dos de sus tutores, Walter Pater y John Ruskin, se dio a
conocer por su implicación en la creciente filosofía del esteticismo. También
exploró profundamente el catolicismo −religión a la que se convirtió en su
lecho de muerte−. Tras su paso por la universidad se trasladó a Londres, donde
se movió en los círculos culturales y sociales de moda.