sábado, 12 de octubre de 2024

Kokoro - Natsume Sōseki

La contraportada

Ninguna biblioteca de literatura japonesa estaría completa sin Kokoro, la novela más lograda de Natsume Sōseki, la más profunda y la última que completó antes de su muerte. Coincidiendo con el centenario de su aparición, Impedimenta publica una nueva traducción de la obra maestra de Sōseki, que prefiguraría la de autores de la importancia de Akutagawa, Kawabata o Murakami. Kokoro («corazón», en japonés) narra la historia de una amistad sutil y conmovedora entre dos personajes sin nombre, un joven y un enigmático anciano al que conocemos como «Sensei». Atormentado por trágicos secretos que han proyectado una larga sombra sobre su vida, Sensei se abre lentamente a su joven discípulo, confesando indiscreciones de sus días de estudiante que han dejado en él un rastro de culpa, y que revelan, en el abismo aparentemente insalvable de su angustia moral y su lucha por entender los misterios del amor y el destino, el profundo cambio cultural de una generación a la siguiente que caracterizó el Japón de principios del siglo XX.




Mi opinión

Hoy os recomiendo un clásico de la literatura japonesa que he descubierto por casualidad pero que a partir de hoy no me voy a cansar de recomendar.


Lo primero que nos encontramos cuando abrimos el libro es que la historia está dividida en tres partes, en la primera un joven universitario narra su amistad con un hombre mayor a quien conoce mientras está de vacaciones. Una amistad que a medida que pasa el tiempo se convierte en fascinación, tanta influencia ejerce en él que llamará a su nuevo amigo Sensei, palabra que se utiliza para referirse a una persona sabia. Sensei por su parte vive apartado del mundo porque no confía ni en sí mismo ni en la sociedad y no entiende esa admiración. En la segunda parte el joven tiene que volver con su familia porque su padre cae enfermo. En esos días de incertidumbre recibirá una importante carta de su amigo. En la tercera y última parte, el narrador pasará a ser Sensei quien por medio de esa carta le desvela al muchacho su terrible pasado.


A través de la amistad entre los dos protagonistas el autor nos habla de los cambios que se produjeron en Japón con la Revolución o Restauración Meiji 1868 – 1912, una época convulsa que supuso una apertura del país tanto cultural como comercialmente. En el interesante prólogo escrito por Fernando Cordobés, uno de los traductores, nos lo explica con más detalle además de la importancia de esta novela en Japón donde es venerada al igual que su autor. Esos cambios se ven reflejados en el joven protagonista, deslumbrado por la capital y ansioso por conocer todo lo que esta le ofrece. Una mentalidad que choca con la que tiene su familia anclada en su vida tradicional en el campo. Una vida a la que el joven no se plantea volver y más después de conocer a Sensei, un hombre silencioso que desprende un halo infinito de tristeza por culpa de un gran secreto que le revela en una larga carta. 


Kokoro es una novela sencilla y compleja al mismo tiempo, como el significado de esta palabra en japonés. Una historia llena de sensibilidad, melancolía y culpabilidad, donde los sucesos del pasado se arrastran durante toda la vida. Un clásico imperdible, que por supuesto os recomiendo leer. Un saludo y buenas lecturas.




El autor

Natsume Sōseki, seudónimo literario de Natsume Kinnosuke, nació en 1867 cerca de Edo (la actual Tokio). Descendiente de una familia de samuráis venida a menos, fue el menor de seis hermanos. Cuando tenía dos años, sus padres lo entregaron en adopción a uno de sus sirvientes y a su mujer, con quienes viviría hasta los nueve años. En 1884, instado por su familia, se matriculó en la Universidad Imperial de Tokio para cursar Arquitectura, aunque acabó estudiando Lengua Inglesa. En 1886 trabó amistad con el poeta Masaoka Shiki, que lo inició en el arte de la composición de haikus. Fue entonces cuando adoptó el nom de plume de Sōseki (que en chino significa «terco»). Tras graduarse en 1893, empezó a trabajar como profesor en la Escuela Normal de Tokio, pero pronto, en 1895, fue destinado a la Escuela Secundaria de Matsuyama, en la lejana isla de Shikoku. Parte de sus experiencias en esta remota escuela rural serían recogidas en su novela Botchan (1906; Impedimenta, 2008). Apenas un año después de haber llegado a Matsuyama, Sōseki dimitió de su puesto y comenzó a enseñar en un instituto de la ciudad de Kumamoto, donde conoció a su futura esposa. En 1900 se le concedió a Sōseki una exigua beca del Gobierno japonés y se lo envió a Inglaterra. En este país pasó los años más tristes de su vida, leyendo libros sin parar, deambulando por las calles y pasando miserias sin cuento. Parte de sus sombrías reflexiones sobre la vida inglesa fueron publicadas años después en el diario japonés Asahi. Regresó a Japón en 1902, con un contrato para enseñar en la Universidad Imperial de Tokio, donde sucedió al escritor Lafcadio Hearn como profesor de Literatura Inglesa. La carrera literaria de Sōseki se inició en 1903, cuando comenzó a publicar haikus y pequeñas piezas literarias en revistas como Hototogisu. La fama le llegó con la publicación en 1905 de Soy un gato (Impedimenta, 2010), y al año siguiente Botchan (Impedimenta, 2008) lo catapultó al éxito, convirtiéndose automáticamente en un best seller y en una de las novelas más leídas por los japoneses durante décadas; obra, que, además, fue galardonada con el Premi Llibreter 2008. Sōseki escribió catorce novelas en total a lo largo de su vida, entre las que cabe destacar El minero (1908; Impedimenta, 2016), o Sanshiro (1908; Impedimenta, 2009), que forma parte de una trilogía que se completa con Daisuke (1909, Impedimenta, 2011) y La puerta (1910; Impedimenta, 2012); en cuanto a su etapa más madura, sus obras más importantes son, sin duda alguna, Kokoro (1914; Impedimenta, 2014) y Más allá del equinoccio de primavera (1912; Impedimenta, 2018). Natsume Sōseki murió en Tokio en 1916 a los 49 años de edad, a causa de una úlcera de estómago. De este mismo año data Luz y oscuridad (Impedimenta, 2013). En 1984, y en homenaje a su fama y trascendencia, el Gobierno japonés decidió poner su efigie en los billetes de mil yenes.


3 comentarios:

  1. Hola. Tengo una edición súper bonita, croe que de algún aniversario o algo así. Y no sé por qué aún no la he leído. Con lo que me gusta este tipo de literatura con esa sensibilidad tan especial de los autores orientales y descubrir la vida. Espero leerlo pronto.
    Besos

    ResponderEliminar
  2. Me gusta bastante la literatura japonesa. La veo con una gran personalidad, muy distinta a otras literaturas. Esa apertura al exterior que citas en tu reseña que se produjo a raíz de la Revolución Meiji (1868-1912) la he visto en algunas de las novelas niponas que he leído. Desde luego la identidad cultural de este país es impresionante, incluso hoy día cuando daría la impresión de que todos los países circuláramos por el mismo camino. Así es, pero Japón lo hace con personalidad propia.
    Tomo nota del autor, al cual no tenía el gusto de conocer.
    Un beso grande

    ResponderEliminar
  3. Pues me descubres obra y viendo tu entusiasmo, me la llevo bien apuntada.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar