Estoy
viendo estos días algunas iniciativas con motivo del Día Internacional de la Mujer Trabajadora yo voy a poner mi granito
de arena y voy a publicar algunas entradas especiales espero que os gusten.
Lucila de María del Perpetuo
Socorro Godoy Alcayaga, conocida por su seudónimo Gabriela Mistral (Vicuña, 7 de abril de
1889 – Nueva York, 10 de enero de 1957), fue una destacada poetisa,
diplomática, feminista, y pedagoga chilena. Gabriela Mistral, una de las
principales figuras de la literatura chilena y latinoamericana, fue la primera
persona de América Latina en ganar el Premio Nobel de Literatura, que recibió
en 1945.
EL
MAR
- Mentaste, Gabriela, el Mar
que no se aprende sin verlo
y esto de no saber de él
y oírmelo sólo en cuento,
esto, mama, ya duraba
no sé contar cuánto tiempo.
Y así de golpe y porrazo,
él, en brujo marrullero,
cuando ya ni hablábamos de él,
apareció en loco suelto.
Y ahora va a ser el único:
Ni viñas ni olor de pueblos,
ni huertas ni araucarias,
sólo el gran aventurero.
Déjame, mama, tenderme,
para, para, que estoy viéndolo.
¡Qué cosa bruja, la mama!
y hace señas entendiendo.
Nada como ése yo he visto.
Para, mama, te lo ruego.
¿Por qué nada me dijiste
ni dices? Ay, dime, ¿es cuento?
- Nadie nos llamó de tierra
adentro: sólo éste llama.
- ¡Qué de alboroto y de gritos
que haces volar las bandadas!
Calla, quédate, quedemos,
échate en la arena, mama.
Yo no te voy a estropear
la fiesta, pero oye y calla.
¡Ay, qué feo que era el polvo,
y la duna qué agraciada!
- Échate y calla, chiquito,
míralo sin dar palabra.
Óyele él habla bajito,
casi casi cuchicheo.
- Pero, ¿qué tiene, ay, qué tiene
que da gusto y que da miedo?
Dan ganas de palmotearlo
braceando de aguas adentro
y apenas abro mis brazos
me escupe la ola en el pecho.
Es porque el pícaro sabe
que yo nunca fui costero.
O es que los escupe a todos
y es Demonio. Dilo luego.
Ay, mama, no lo vi nunca
y, aunque me está dando miedo,
ahora de oírlo y verlo,
me dan ganas de quedarme
con él, a pesar del miedo,
con él, nada más, con él,
ni con gentes ni con pueblos.
Ay, no te vayas ahora,
mama, que con él no puedo.
Antes que llegue, ya escupe
con sus huiros el soberbio.
- Primero, óyelo cantar
y no te cuentes el tiempo.
Déjalo así, que él se diga
y se diga como un cuento.
Él es tantas cosas que
ataranta a niño y viejo.
Hasta es la canción de cuna
mejor que a los niños duerme.
Pero yo no me la tuve,
tú tampoco, mi pequeño.
Míralo, óyelo y verás:
sigue contando su cuento.
Un poema precioso que además no conocía. A mí la iniciativa me ha pillado despistadillo pero leeré las entradas de los blogs que le vais a dedicar entradas con mucha atención. Besos Rocío :)
ResponderEliminarUna delicia! Gracias por compartirlo, 1beso!
ResponderEliminarBonito poema, Rocío. Gracias por presentarnos también a su autora, una figura totalmente desconocida para mí.
ResponderEliminarEs precioso Rocío, gracias por la aportación. En estos días creo que mi libreta va a experimentar un aumento de propuestas interesantes. Besos
ResponderEliminarYa he aprendido algo nuevo...no conocía ni el poema ni a la escritora.
ResponderEliminarUN beso!
No había leído nada de esta autora... hasta hoy. Gracias!!
ResponderEliminarBesines,
Yo tampoco la conocía
ResponderEliminarA mí todas las mujeres, desde la primera a la última, me parecen unas heroínas. Un besito.
ResponderEliminar¡Cuántas mujeres hay dignas de reconocimiento! Muchísimas y en el fondo... prácticamente todas ;)
ResponderEliminarUn besin
Una gran poetisa y mujer. Y el poema... delicioso. Ese granito de arena, como tú le llamas, me colmó por completo :) Muchas gracias
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