Catorce impresionantes historias reales contadas en
primera persona desde diferentes rincones del mundo. A través de la mirada de
sus protagonistas los relatos nos acercan paisajes, culturas, religiones y
costumbres muy diferentes que ponen el decorado a sus propias vivencias. En
todos los casos las experiencias que se relatan son la de niños, que le
confieren un significado especial a los diferentes dramas que se relatan.
Conflictos armados en Oriente Medio, inundaciones en
Latinoamérica o genocidios en el corazón de África vividos y contados con la
sensibilidad del propio protagonista, lejos del frío estilo periodístico al que
estamos acostumbrados cuando nos acercamos a ese tipo de escenarios.
El lector viajara a través de los ojos de los niños
a contextos tan dispares como la huida del Estado Islámico a través de las
montañas del Kurdistán, a la lucha contra la epidemia del cólera en Haití en el
seno de una familia que vive en la miseria, al drama de la emigración por el
Estrecho vista desde el otro lado, a la experiencia de los niños soldado en
países tan diferentes como Guatemala o Sri Lanka, a la supervivencia a los
bombardeos de una ciudad sitiada por la aviación en Yemen, a los catastróficos
efectos de El Niño en la comunidad guaraní de Paraguay, o a la manera de
afrontar los maltratos en lugares tan cercanos como España, Cuba o Argentina.
Mi opinión
El
libro que protagoniza la reseña de hoy nos acerca a países tan lejanos como
Irak, Guatemala, Cuba, Marruecos, Yemen o Mauritania.
Lugares
en los que su población padece males endémicos como la pobreza, desigualdad y
falta de alimentos además de sufrir, en algunos de ellos, conflictos armados
sin fin.
Las
historias que recoge este autor, que lleva veinte años en tareas humanitarias, están
protagonizadas por niños y son reales. En ellas conoceremos las duras condiciones
en las que viven estos pequeños que se crecen ante las adversidades, agudizan
su ingenio o sacan su lado más solidario.
Como
el relato en el que una niña nos cuenta como aprendió a tocar el piano antes
que a hablar, dos amigas que se tienen que separar porque ha estallado la
guerra, una pequeña que tuvo que abandonar su casa por culpa de la crecida de
un río o un niño que se alistó en la guerrilla. Situaciones realmente difíciles
por las que pasan estos protagonistas que rara vez aparecen en los medios de
comunicación.
En
Los niños de Babel he encontrado una colección de historias narradas
de manera sencilla y muy bien ambientadas con las que me he acercado a
lugares del mundo con costumbres y culturas muy diferentes a la nuestra.
Historias reales que nos hacen reflexionar sobre la importancia de los problemas que tenemos
actualmente y que os recomiendo leer. Un saludo y buenas lecturas.
El autor
Álvaro Vadillo. Veinte años de experiencia en el
mundo humanitario han inspirado y facilitado la idea de plasmar sus propias
vivencias. Inundaciones en Latinoamérica, crisis de refugiados en Oriente
Medio, guerras en Asia o matanzas en el corazón de África son reflejadas en los
diferentes relatos que conforman Los niños de Babel. Países como Mauritania,
Congo, Guatemala, Líbano o Sri Lanka le ofrecieron una diversidad única para
mostrar al lector esas crisis tal y como se viven desde dentro, como historias
humanas, lejos de estereotipos periodísticos o históricos.
Este no es para mí. Si ya de por sí me cuestan estos temas si encima enfocan en los niños, aunque tenga esos momentos como de cierta esperanza o un poquito de tregua.
ResponderEliminarBesos
Me cuestan mucho los relatos, no suelo disfrutarlos así que lo dejo pasar.
ResponderEliminarBesos.
Ay, me encanta!! la leí antes del verano y me pareció fabulosa, adoro los relatos y estos son todos divinos 🤩 cierto que el de la niña del piano es precioso 😍
ResponderEliminarBesitos tesorete 💋💋💋
Hola guapa, pues se juntan dos conceptos que me echan para atrás, los relatos, y que el tema sea desgracias sucedidas a los niños y encima reales... No puedo con ello.
ResponderEliminarPero me alegro de que lo hayas disfrutado.
Un besazo
Los relatos me encantan pero creo que estos son durillos y necesito un momento idóneo para ello. Besos
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